ESCRITO
CON CENIZA
El
hombre que duerme hace dos años
en
el parque frente a mi casa
me
ha dicho que mis poemas
le
transmiten mensajes cifrados
desde
un planeta más allá
de
Alfa Centauro
me
ha pedido que pare
que
detenga mis ganas de joder
y
que ya nada le diga de los genios
que
habitarán la Tierra dentro de mil años.
Que
me guarde las coordenadas precisas
de
la abducción
y
otras minucias siderales que a nadie convienen.
Que
no le recuerde lo que ha visto con horror
con
ganas de volver las entrañas.
Que
me calle
que
no escriba
que
no dé la razón a los ángeles
de
tristes alas que le recitan el Código Civil
en
vocales muy cortas todas las tardes.
Yo
lo miro y tiemblo de pies a cabeza
como
un pez fuera del agua
que
empieza a boquear con resistencia
y
se deja ir lentamente
hacia
la muerte.
Le
he dicho que sí
que
nunca más
que
esto no puede seguir
que
también a mí me resulta insoportable.
Así
que estas líneas
no
tienen ningún mensaje oculto
ni
nada que se le parezca
aunque
haya quien /lleno de esperanza/ afirme lo contrario.
ESCRITO
EN EL POLVO
Gritar es digno.
JOAN BROSSA
Al
fondo de las mesas me mira una niña que está por
cumplir
los veinte.
Es
viernes y el lugar está lleno, de boca en boca corre
el
licor
y
el humo congelado en el aire.
Pero
al fondo de todo esto brilla una niña.
La
miro sonreír y mi mujer me atrapa en el arrebato.
La
niña tiene la belleza a media piel de la que será fémina
en
la redondez exacta de sus formas, y lo sabe.
Tiene
el contorno preciso que levanta las miradas a su paso
y
que se sorprende, todavía, de ser la deseada.
Y
me mira en el ardor de los iniciados.
Yo
seré cómplice permanente de sus ojos
que
serán ojos en otro rostro, y en otro que aún no nace.
Me
llamarán de mil modos, en mil maneras infames
pero
seré la otra parte de la belleza incompleta:
el
sucio espectador que descifra la voz del dios de las
pequeñas
cosas
como
el perverso que ama la cerradura y no el cuerpo
que
se desnuda,
las
manos y no la caricia, el rouge y nunca el beso.
Me
llamará su sonrisa, así se esconda en otros dientes.
Y
la serena certeza de la muerte
ESCRITO
CON CENIZA
Lo
feliz me viene del lado materno:
Todas
esas charlas al filo de la mesa
dieron
para un hijo y ciertas noches,
en
que, por temor a la oscuridad,
escondía
mi cuerpo desnudo en los límites
de
una mujer desnuda (creía que la luz llama
a
la luz, por tanto frotaba hasta encenderla).
Con
el resto de las cosas tengo problemas:
Mi
memoria no sirve, recuerdo todo una sola vez
y
luego olvido hasta las letras del alfabeto.
¿De
qué color es la moneda que sostengo en mi mano
izquierda?
¿Qué
es color, qué es izquierda? corro a preguntarme
en
voz alta.
Tampoco
sé volar.
A
veces bebo y bebo,
hasta
que el orden vertical del mundo
se
altera: lo bajo por lo alto, o los costados en el cielo.
Entonces
el mundo es de agua y corre vertiginoso
en
espirales que se hacen más grandes.
No
controlo mi risa en lugares públicos
y
mis palabras ofenden a las colegialas.
También
desconozco mi nombre o el significado
de
estos papeles.
Olvidaba,
es cierto, ya lo dije, que estoy loco
y
tengo un miedo personal a los aviones.
Poemas de Plexo (Tierra Adentro, 2011)
Publicación
autorizada por Juan Adolfo Arellano Hernández.