La felicidad es una tierra exótica que pocos pisan de Javier Pacheco

Fotografìa: Nadia Bernal




HOMBRE ISLA.
En mi cama a las 4:47 am los días pasan como si fueran productos en la caja de cobro de un súper mercado. Me provoca insomnio el sentirme  rodeado de gente que se enferma en buscar la felicidad, como si se tratara de algo que comprar.
Me rodeo de personas que consumen cuanta marca se les ponga enfrente: estereotipos, pornografía, unicel, productos transgénicos, redes sociales, anfetaminas.
Algo es un hecho, así como algunas islas desaparecen en el mar, yo desaparezco en medio de gente que solo consume.


RESIDUOS.

Lo que queda de mí después de tomar cerveza barata tres semanas seguidas, camina al parque, prende un cigarrillo y se fuma las ganas de despertarse el día siguiente. Me pregunto porqué me encuentro desconcertado, pero la respuesta es fácil; me cuesta aceptar que las expectativas me rebasan<tener una casa de infonavit, trabajo de ocho a cinco, familia, perro y camioneta>

Soy Javier, pero me enseñaron a ser Javier.
También me enseñaron que la libertad llega con la jubilación laboral y que la felicidad es una tierra exótica que pocos pisan.
Me cuesta trabajo subsistir en esta vida prefabricada, donde vales de acuerdo a los dígitos de cuenta, o lo bien que te puedas ver según los estereotipos gringos.
Regreso del parque y esfumo mis pensamientos después del click de otra cerveza barata.


10:22 pm.

El miedo a las calles
se evita
con besos
sabor cerveza
También las caminatas
en la noche
                      y la luna
como faro en calle.
No me quiero ir
aunque la urbe
me traiga pulgas
                              y problemas.
Los sentimientos
se me fugan
de esta bestia
que llevo por pecho
y es que me cuesta aceptar
que lo que nos hace normales
es saber que no somos normales.
Cuántas avenidas
cuántas personas dándoles vida
¡resígnate! diría mi padre
enamórate afuera de un Oxxo
y déjate llevar lejos,
                                     lejos. 
Sonríe hasta que puedas
y muere intoxicado
por la ciudad
que te tocó
respirar.




OVERTHINK.

Aquí se respira inseguridad
se le tiene miedo a los uniformados
Los vecinos son prejuiciosos
las madres están lejos
los hermanos no se sienten hermanos

La música trova y el hip hop
no se llevan mal en éste momento
sus canciones nos representan

Las artes nunca fueron tan sanadoras
y los mejores amigos se hicieron los perros y las plantas

busco la fórmula del amor y pareciera que
la chica con la que salgo es el laboratorio de experimentos

las estrellas siempre serán bellas
no importa si las observas siempre desde el mismo lugar

Que las vísceras no dejen de salir
menos cuando lo haces por algo que amas

porque te convertiste en la persona
más adicta de todas las adictas

porque eres adicto al amor

Que los prejuicios se mueran
y que se alcen las banderas blancas
que se viva en aceptación
en tolerancia

Que se muera la pornificación
de la sexualidad y sensualidad
y que los prees sexuales sean eternos

Con música
                    con música
                                        con música

enterremos lo malo
lo sucio
lo sin nombre

Aléjate de coexistir en un lugar que no te gusta
y que tus vicios no te lleven a la cirrosis hepática

Que tu tórax no explote por almacenar
tantas verdades
y que tu espalda no se rompa por cargar
tantas mentiras

Como consejo

puedes cerrar los ojos
fumar  al aire libre
y echar a volar
la imaginación.



CHICA ROLLING.

Luce tan coqueta
con su cabello color mandarina
cada dos minutos treinta y cuatro segundos
la vuelvo a ver pasar frente mis ojos.
Cada que da la vuelta
es un espectáculo del patinaje
tiene una forma especial de mover  sus caderas
 es como un oleaje tenue
su espalda, está mojada de sudor
y se le alcanza a marcar
su calzón en el leggin.
Pareciera que puedo oler sus hormonas
desde el otro lado del parque
¡me siento como un perro!.
Me cuesta aceptar que el instinto es más fuerte que el juicio
también me cuesta lidiar con la imagen de mujer bonita
que las sociedades nos  han impuesto
como si tuviera implícitos mis gustos sin poder cambiar de parecer.
Pasaron más de nueve minutos
supe que no volvería
regresé al otro día
y al otro
y nunca volvió.


A C E R C A    D E L    A U T O R

Caminante de las calles de Querétaro, Javier Pacheco poeta de veintitrés años le escribe a la cotidianidad de la urbe, a las enfermedades mortales, a la sensualidad de los cuerpos femeninos y se inventa un antídoto para la rutina en sus visitas al parque. Paramédico de profesión, le regala sus ratos libres a la música que se ve reflejada en la melodía de su pluma y el ritmo de sus versos. Pacheco descubre su naciente pasión por la creación literaria al escribir las letras de sus canciones, actualmente participa de manera activa en la escena poética queretana asistiendo a talleres literarios y lecturas en variados foros de la ciudad.