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*
Me
quedé quieta entre la olla de barro arriba de la mesa.
Me
puse a pensar en ti y de la vez que me dejaste sola y no volviste
te
odie y te sigo odiando.
Te
fuiste por miedo
Yo
también lo sentía.
Me
senté sobre una silla y sentí tres
hormigueos,
uno
en la frente por tratar de recordarte,
otro
en las manos por no poder trenzar tus cabellos
y
el tercero del lado izquierdo del pecho.
No
te extraño y no me esfuerzo en hacerlo,
No
me dueles
tampoco
te quise,
para
ser sincera
Nunca
entendí tu maternidad.
*
Me senté cerca del
poste de luz,
mientras me secaba el
sudor de las manos
Quería la compañía de
otra mujer para no sentirme tan sola
al menos para no
sentir que pronto iba a morir.
Es difícil escuchar
las historias de mujeres que de pronto desaparecen.
Y es que ahora las
cosas comunes comienzan a dar miedo
salir de noche
estar sola
ser mujer.
Jalé mi falda para
fingir que no estaba asustada,
ahora procuro no
usarlas
No quiero escuchar
que por puta me violaron
Y que ni salga a
exigir porque a nadie le gustan las
revoltosas.
Seguí esperando a que
el camión pasara
o que al menos alguien me hiciera compañía.
PLEGARIAS
AL INFIERNO.
Después
del baño y un té de ruda,
Elena
se limpia las pernas llenas de sangre
por
el hijo que él no quiso.
Ella
llora y me pide a gritos:
¡Nunca
confíes en el amor de un hombre!
Junta
sus manos para decir sus plegarias.
Ahora
le ruega al infierno
porque
Dios no la escuchó
Elena,
me dijo que no sea igual que ella
que
me valga por mí misma
antes
de pensar en un .hombre
Se
quedó dormida
le
conté las heridas de la espalda,
once,
y un matrimonio que nunca quiso.
Karla Jimena
(Querétaro, 1998) estudiante de la licenciatura en Desarrollo Humano para la
Sustentabilidad, UAQ.
A través de sus
poemas trata de mostrar las injusticias sociales.