*
Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del
borde
de una estrella y vamos cayendo.
-Vicente Huidobro
1
Huidobro, dejó mi casa un día que ya olvidé.
Llevo dos meses abusando de las sustancias tóxicas; mi cuerpo se hunde en la
piscina, regreso, este no soy yo. Le dije a Huidobro que yo podía escribir
Altazor, siempre me ignoró. Hasta que un día tendidos en el piso de sala, con
jeringas en los brazos, se lo dije, salió y no volví a verlo.
2
Cuando leí mi primera novela arrojé el libro por
la venta y comencé a fumar. Tenía el Punk reventando mis venas tapadas y mi
cerebro abollado. Cuando leí mi primer poema, exploté, no di un paso adelante,
sabía que de poeta no tenía ni siquiera la soberbia de autonombrarme.
3
Me estropeó el día que dejó mi vida, porque no
podía escribir como ella, tardé medio año en sacarme sus poemas de la cabeza.
Probé lo que se sentía arruinar
una vida, probé lo que se sentía arruinar un
hígado. Reventé mi aparato creativo. Y de mí no se supo más.
*
De la velocidad nos interesaba el golpe.
Ella quería ser otro objeto que no fuera
Una mujer, el filo de algo. Y yo obsesionado
En cortarme las venas, rasgarme los brazos.
Hurgar en el dolor.
-Sergio Loo
Vi la luz un año o dos, después de nacer. Por
fecha de nacimiento tengo veinti tantos de abril de mil novecientos y algo.
Mamá me dijo que servir el plato y recogerlo es cosa de mujeres, papá me dijo
que la sumisión es la respuesta del concepto amor y de estrellas y tierra y
suelo y tormentas en el hogar. Me encerraron entre las paredes de una
institución, compusieron mi camino a su antojo y luego mis sueños los cortaron
con tijeras, para después meterlos en una bolsa negra. Convertí el tiempo en
flor y luego en una herramienta del caos. Penetré mi cuerpo con la violencia
que el sistema me exigía, fumé de tajo tres o tres mil cigarrillos y es que
entre cientos y miles la cuenta se pierde. Cada mañana me cuidaba de no ser
crucificada con la cabeza hacia abajo o hacia arriba, cada que rascaba mi brazo
tenía que ser de extremo a extremo sin tocar el interior. Interior de un baño
en crisis. Crisis que no tienen los objetos inanimados. Inanimados los cuerpos
con cáncer. Cáncer en la medula y el esqueleto... Mamá me arrojó de su vientre
un día tal, un mes tal, un año tal y las espinas clavadas en mi tal. Mamá no
necesitaba huéspedes devorando sus entrañas con la promesa de una maternidad o
la satisfacción de miles de ojos que saltaban desde la pared. Mamá sólo buscaba
la conexión espiritual con un Dios, mamá no encontraba el suelo donde azotaba
la cabeza cada vez que tenía que maldecir su vida. Papá me regaló un cielo yo
lo guardé en una servilleta manchada de aguacate y chile, lo llevaba a todos
lados, menos bajo la lluvia. Mamá y papá trataban de renacer en el sexo, creían
que con cada penetración un problema desaparecería, estaban seguros que al
llegar al orgasmo todo volvería a comenzar, les tomó mucho entender que no era
así, que el sexo era un lazo, pero que también podía convertirse en un lugar
frío y muy triste. Mi fecha de nacimiento no tiene número fijo, nadie recuerda
el día de mi muerte; veinti no recuerdo, marzo, abril o tal vez septiembre. Yo
recuerdo la muerte de mamá, sólo sonreía y luego no, colgaba del techo del
baño, yo estaba por entrar a hacer una prueba de embarazo, no salió positiva.
También recuerdo la de papá, regresó del bar con un golpe en la cabeza y dijo
que los juegos de cantina son igual que las mujeres << sólo te quitan la
plata y a veces te engañan>> ese día se fue a dormir y no despertó. Tardé
cinco meses en quitar las sabanas de su cama. Tardé cinco meses en decidirme a
matar al bastardo que llevaba en el vientre. Lo único triste es que nadie
recuerda el día de mi muerte, ni siquiera yo.
*
Para los seres destructivos que sueñan con un
futuro menos triste.
Girábamos en sentido opuesto
quienes nos vieron caminar
nunca se imaginaron que nuestros cuerpos eran un
arma,
un puñado de murciélagos cegados por el sol,
un mar de pirañas hambrientas
y ahora que sólo quedan nuestros huesos,
el llanto revienta,
revive,
revindica
y nosotros sin dejar de girar
*
Yo soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,
y la luna sin cuerda
me oprime en las vidrieras
-Manuel Maples Arce
Estoy en el cementerio de las bestias
los guerreros bajan del cielo
y comen
los niños suplican por otra vida
y lloran
Estoy en el cementerio de las ficciones
y la caída libre
de los camellos ahogados
y los siete pecados capitales
donde se nos olvidó la vida y la muerte
Estoy entre el nocturno y el romancero
entre las manchas de sangre y los signos zodiacales
fui flor de colores
luego ceniza y colillas de cigarro
no busques mi nombre ya lo borraron del calendario
Me perdí en el cementerio de las ficciones y
las bestias sin ojos
porque sus ojos no existen y los míos pronto dejarán de existir
no me juzguen
no me culpen
déjame entrar en la costilla cortada de Dios
seré sigiloso al salir
seré tierno al entrar
mi Dios de agua mineral se cubre de aceite y fuego
para no encajar con el resto de las deidades
o con los pactos suicidas en iglesias y templos escondidos
Estoy en el cementerio de las bestias
que dejaron el pelaje en una caverna
y se fumaron la planta de la vida
las bestias que jugaron con el futuro
y se cortaron las alas
para después construir unas artificiales.
Daniel Ortega Soto, con
una naturaleza punk que no puede quitarse de encima, Daniel Ortega no es un
poeta. Es un motor de lancha tuneada, un perro experimental, una moneda en el
piso del bus; es todo, menos un poeta. Con 23 años, y muy a su pesar, está a
punto de graduarse de la carrea de Estudios Literarios, por parte de la
Universidad Autónoma de Querétaro. Lidera la agrupación musical Amadeo
Salvatierra y su Barco de Papel, en donde canta, toca la guitarra y escribe
gran parte de los temas. Lector de Rulfo y de Bolaño, escribe desde la
adolescencia. Aun no supera a su ex, a quien escribe canciones y poemas que –
dice el (no) poeta – no son para ella. Sueña con tener su propio sonidero y una
vez gano un Gansito en una promoción de la tiendita. (Por Timy
Carrillo)